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¿Puede un ser querido estar con riesgo suicida?

Démosle la importancia que merece

Existen alertas sutiles en la manera de actuar y hablar de alguien, que nos sirven para darnos cuenta de que la persona podría estar en riesgo. En el siguiente artículo te contamos a qué factores y señales hay que estar atento/a y cómo se puede actuar ante el riesgo suicida de un ser querido. Cuando las personas se sienten apoyadas y comprendidas disminuye el riesgo suicida, por lo que tu ayuda podría ser fundamental.
La conducta suicida es entendida como una solución permanente para liberarse de un intenso dolor emocional, mental y/o físico. Puede ser el resultado de un acto impulsivo repentino o de una planificación muy cuidadosa. Existen diferentes niveles de riesgo suicida, los cuales son TODOS importantes debido a que nos guían a pedir ayuda:

  • Riesgo leve: Pensamiento suicida directo o indirecto sin planificación ni intenciones claras de llevarlo a cabo. La persona cuestiona sus pensamientos suicidas. Ejemplo: “a veces quiero desaparecer”.
  • Riesgo moderado: Existe un plan mental sobre cómo podría quitarse la vida, o no hay un plan claro pero existe más de un factor de riesgo importante. Ejemplo: “me lanzaría de un lugar alto”.
  • Riesgo grave: Hay una preparación concreta para llevar a cabo el plan (método específico, lugar, fecha, etc.), o no hay una preparación concreta pero existen más de dos factores de riesgo importantes. La persona rechaza el apoyo y no cuestiona sus pensamientos suicidas. Ejemplo: “el domingo cuando me quede solo me tiraré desde el quincho del edificio, tiene la altura suficiente para que funcione sin dolor”.

Factores de riesgo


Se ha demostrado que existen variables que pueden impactar a la persona al punto de ser factores que aumentan el riesgo de cometer suicidio. Los factores más predictores son los intentos previos de suicidio y casos cercanos de suicidio. Cuando hay factores de riesgo presentes, una situación negativa puede gatillar los pensamientos o el acto suicida. Es importante que estés atento/a a alteraciones en estos factores:

1) Factores de la persona:

  • Demografía: Ser hombre, tener 18-25 años, ser adulto mayor, LGTBi+, de pueblos originarios, caucásicos, soltero o vivir sólo, desempleados o con problemas financieros.
  • Historia: Haber tenido intentos de suicidio, autolesiones, agresión y violencia, hospitalizaciones psiquiátricas, daño traumático cerebral, enfermedad crónica o que amenace la vida, disfunción social y/o física importante.

2) Factores de la conducta:

  • Trastornos de salud mental, en especial cuando hay más de un diagnóstico.
  • Edad de comienzo temprana del trastorno de salud mental (menos de 25 años).
  • Mala adherencia a la farmacoterapia.
  • Sentir desesperanza y baja autoeficacia.
  • Presentar baja tolerancia al estrés.
  • Tendencia a actuar con alta impulsividad.

3) Factores ambientales:

  • Haber vivido eventos vitales negativos: como abuso, maltrato, aislamiento social, bullying o discriminación.
  • Casos cercanos de suicidio: en la familia, amistades o entornos cercanos.
  • Bajo apoyo social, tanto familiar como de amigos: escasa red o una red que no ofrezca el soporte y calidez que necesita.
  • Tener acceso a medios letales: como cuerdas, medicamentos, armas blancas y de fuego.

Señales de alerta

La mayor parte de las personas que han intentado suicidarse, previamente expresaron su intención verbal o no verbal. Estar atento/a a estas señales puede ayudarte a actuar a tiempo.

Señales verbales:

  • Comentarios negativos sobre sí mismo o sobre su vida: “No valgo para nada”, “Mi vida no tiene sentido“, “Estarías mejor sin mí”, “Soy una carga para todo el mundo”, “Toda mi vida ha sido inútil”, “Estoy cansado/a de luchar”.
  • Comentarios negativos sobre su futuro: “Lo mío no tiene solución”, “Quiero terminar con todo”, “Las cosas no van a mejorar nunca”.
  • Comentarios relacionados con el acto suicida o la muerte: “Me gustaría desaparecer”, “Quiero descansar”, “No quiero seguir viviendo”, “Nadie me quiere y es preferible morir”, “No vale la pena seguir viviendo”.
  • Despedidas verbales o escritas: “Quiero que sepas que en todo este tiempo me has ayudado mucho”, “pase lo que pase, sepan que los quiero”.

Señales no verbales:

  • Cambio repentino en su conducta: Aumento significativo de la irritabilidad, o por el contrario, un periodo de calma y tranquilidad repentino cuando previamente ha estado agitado/a o tenso/a.
  • Aparición de heridas recientes: Pueden ser autolesiones.
  • Regalar objetos muy personales y preciados: Como resultado de la disminución del apego a lo material y como despedida.
  • Cerrar asuntos pendientes: Resolver conflictos materiales, relacionales e internos.
  • Preparación de documentos: Como testamento, seguro de vida, etc.

¿Qué hago si creo que hay riesgo suicida?

Si identificas señales de alerta o te das cuenta de que se alteraron los factores de riesgo, hay una serie de acciones que puedes hacer para apoyar a tu ser querido.

  1. Preguntar cómo se siente: Más allá de un “¿cómo estás?” cotidiano, invita a la persona a tomarse un tiempo para contarte cómo se ha sentido en el último tiempo, pidiendo que sea sincero/a. Cuando te esté contando cómo se siente, es importante evitar dar consejos, sermones, juzgar o minimizar lo que le ocurre. Se sugiere hacer preguntas abiertas, explorando su situación de vida y demostrando empatía y comprensión con frases como: “Debe ser duro lo que estás viviendo”.
  2. Preguntar si ha pensado en el suicidio: No hace daño preguntar directamente si hay deseos de suicidarse, ni aumenta el riesgo de que la persona realice el acto. Por el contrario, poder hablar sobre sus emociones y pensamientos suicidas lo/a aliviará y protegerá. Preguntar claramente y con calma “¿Has pensado en el suicidio?” te ayudará saber cuál es el riesgo de que la persona lo haga y te dará la oportunidad de actuar a tiempo.
  3. Tomar en serio cualquier ideación suicida: Cualquier verbalización de querer el suicidio no se debe tomar JAMÁS como un alarde, chantaje o manipulación. Si lo dice, es porque necesita el apoyo.
  4. Recurrir a la atención en salud mental: Cuando ya escuchaste y contuviste a la persona, acompáñala a tomar una hora con un especialista, psiquiatra o psicólogo lo antes posible, o pídele permiso para hacerlo por él/ella. Pueden llamar al fono Salud Responde 600 360 77 77 para obtener orientación. En caso de que exista riesgo suicida grave es necesario recurrir al servicio de urgencias más cercano.
  5. Acompañar: Si se sabe que esa persona está pasando por un mal momento, lo/a puedes hacer sentir querido/a acompañándolo/a en su proceso con el dolor. Si bien naturalmente estarás más atento/a, evita invadir o controlar a la persona.
  6. Demostrarle que es valioso/a para ti: Puedes expresarle tu afecto con tus palabras o pequeños detalles como abrazarlo/a, dejarle notas, regalarle algo para comer o incluso escribirle una carta.
  7. Limitar el acceso a medios letales: Elimina o esconde todo lo que pueda usar para atentar contra su vida, como cuerdas, medicamentos, armas blancas y de fuego.
  8. No lo dejes solo/a: En este periodo tu ser querido necesitará sentirse apoyado/a y es importante que no pase mucho tiempo solo/a en casa para mantener a la persona segura. Involucra a sus familiares y amigos para que puedan apoyarlo/a y acompañarlo/a.
  9. Cuidar de ti mismo/a y tu familia: Ayudar a alguien con riesgo suicida no es fácil y no es saludable que te lleves toda la carga. Te recomendamos hablar sobre tus sentimientos con un profesional o con amigos de confianza.

Paula Armas E., Psicóloga UC
Lía Hussein C., Psicóloga UAI
Equipo Senderos

Referencias

DBT Chile (2019). Evaluación y Manejo de pacientes con Ideación Suicida
MINSAL (2013). Guía Clínica AUGE Depresión en personas de 15 años y más
MINSAL (2019). Guía práctica en Salud Mental y prevención de suicidio para estudiantes de Educación Superior
Salud Madrid. Guía para familiares: Detección y prevención de la conducta suicida

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